
SONETO A LA PASIÓN
Gime la amante en lecho de placer
quede grabada la luz en su semblante;
y eleve una plegaria al cielo suplicante,
creyendo la muerte allí reconocer.
Pálido y lánguido en su brutal movimiento,
frio y ardiente en su pecho masculino;
escucha el amante creyéndose adivino,
resuene de gemidos armoniosos y contentos.
Grandes pupilas abiertas cual ventanas,
dos blancas almas mas gemelas que hermanas,
golpea en sus sienes al ritmo del amor;
hierve la sangre igual que hierve el magma,
ya no son dos, son realmente un plasma
gritando al unísono ¡bendita esta pasión!