
EL ESCUDO DE MELILLA
Erguido torreón de cuya almena
emergen busto y brazo en ademanes,
que evocan al mejor de los Guzmanes,
acto antaño de increíble escena.
Por base, monstruo, cuya fauce enfrena
la astucia de aguerridos capitanes,
columnas del Titán de los Titanes,
castillos y leones en cadena.
Bajo la curva de Ducal corona,
múltiples sierpes que el furor encona,
por artificio singular a flote.
Y por detrás, enhiesto y sin mudanza,
ojo avizor y vertical la lanza
se adivina al eterno Don Quijote.
PADRE VICENTE RECIO