En la Ciudad de Melilla,
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lunes, 1 de marzo de 2010

El Despertador [Adelaida Díaz Gálvez]

EL DESPERTARDOR

Un día más ha sonado el despertador.
He abandonado el tapiz del colchón en el que aparte de marcar mi cuerpo
he pintado mi soledad.
Con ella todo es igual, se acabó mi paseo por las nubes.
No hay caricias de la luna como cuando tú ocupabas tu lugar, el poder de
la eternidad lo ha superado.

A todos nos educaron para vivir, no nos hablaron de la muerte y hay tanto 
que enseñar...
No nos advirtieron y seguimos en el eterno ahora con la ternura del 
amanecer.
Te llevó la dama de la muerte, no quiso que me quedara con un beso, ella
vino a zancadilla. Y tú, mi peluche de amor, te desvaneciste.
A veces siento la necesidad de salir a los espacios y que me besen los
pájaros. Otras me siento ridícula si me emociono.

Antes me despertabas para oírme hablar y luego me callabas con tus 
besos y ahora uso el despertador.
Morir no es pecado, no, vivir sí.
He dejado el colchón por el sofá, con el libro de mis recuerdos y observo
la magia de la niebla y miro las flores bañadas por el rocío, con ellas ese
placer espiritual de pensar en ti, poeta e mis recuerdos, de mi imaginación.

Dejo que mis palabras se las lleve el viento pero tus recuerdos se funden
con mi aliento.
Si soñar nada implica, soñaré con tus abrazos, con tus sonrisas y que 
llegas otra vez y me invitas al banquete del amor.
Soñar nada cuesta, lo triste es despertar. Te prometo que nunca más haré
sonar el despertador.

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